✨La Oficina de los Deseos✨

Existe un rincón del mundo que no figura en los mapas ni responde a coordenadas. Un lugar que no se deja ver… salvo cuando diciembre asoma con su aliento helado y la primera nevada cae, silenciosa, como un susurro de otro tiempo. Entonces, entre el crujido de la escarcha y el murmullo de las estrellas, se abre una puerta que solo los ojos del alma pueden distinguir: la Oficina de los Deseos.

Pero no te confundas. No es una oficina cualquiera. Este sitio —medio taller, medio sueño— se esconde entre páginas de libros antiguos, cajas polvorientas llenas de recuerdos y montañas de cartas que flotan suavemente en el aire, traídas por el viento del norte, por copos juguetones y alguna que otra estrella curiosa que perdió el rumbo.

Y lo más asombroso: no son adultos ni criaturas mágicas quienes hacen funcionar este engranaje de ilusión. Son los niños. Los valientes, los sabios, los que aún saben escuchar con el corazón.

Ellos son los Guardianes de la Oficina. No llevan capa ni corona, pero cada uno tiene una misión especial. Algunos clasifican las cartas con la precisión de un poeta. Otros atan los paquetes con cintas encantadas que jamás se enredan. Y están también quienes traducen dibujos de colores en mensajes secretos para los artesanos de la magia, que trabajan sin descanso en rincones que nadie ha visto jamás.

Todo se prepara con ternura y asombro para la gran noche. Pero antes de que la magia se deslice por las chimeneas del mundo, estos pequeños sabios revisan cada deseo con el cuidado de quien sabe que en una carta puede esconderse un universo entero. Porque aquí, cada regalo se envuelve no solo con papel brillante… sino con algo mucho más valioso: cariño auténtico.

Nadie puede encontrar esta oficina. Solo quienes aún creen, quienes ríen con los ojos y saben que compartir es una forma de hechizo. Esos —y solo esos— son los elegidos.

Y tú, que estás leyendo esto… ¿Estás listo para cruzar esa puerta?